Dos cuadrillas de danzantes de la festividad del Señor de Qoyllor Riti, en la región Cusco, recibieron un reconocimiento en el marco de las celebraciones por el bicentenario de la declaración de la independencia del Perú.
Las cuadrillas homenajeadas son: Puka Pakuri Wayri Ch’uncho Loman y Mayun Pureq y Ukumari, formadas por los tradicionales «pablitos» de la nación Paucartambo.
El excongresista Alexander Hidalgo fue quien entregó las medallas al Inca Arariwa, Caporal de ambas delegaciones.
Legado cultural
El reconocimiento que se les entregó “por preservar el legado cultural histórico y folclórico del Cusco, el mismo que se transmite desde muchos años atrás”. Los pablitos son peregrinos y celosos guardianes del Señor de Qoyllor Riti y forman parte del patrimonio vivo de la cultura en el ande.
Los ciudadanos Modesto Follana Álvarez y Mariano Rosario Martínez Cernades revivieron ambas cuadrillas a inicios de la década de 1980, cuando esta tradición desapareció por desinterés. El segundo de ellos murió en mayo del 2020.
Modesto relató que danzan al Señor de Qoyllor Riti desde tiempos inmemoriales. Los Puka Pakuri Wayri Ch’uncho Loman Pureq partieron desde los valles de la provincia de Paucartambo para buscar el origen de las aguas del río Mapacho.
En esa travesía llevaban a los Ukumaris, personajes míticos (mitad hombre y mitad oso) que no solo los acompañaban, sino que hacían mandados en el trayecto, cumplían servicios y eran también resguardo ante eventuales peligros.
La tradición prevalece
“De niño veía con admiración cómo iban al Kolque Punku por el solsticio y regresaban para Corpus Christi, esta danza (Wayri Ch’uncho), muy antigua, tomó contacto con los Qéros (el último ayllu Inca), Pukara, Tallakancha, Moyomarca, ellos también son Pukapakuris”, detalló.
Con más de 70 años, don Modesto afirma que, tras el período de la colonia y el virreinato, “todo ha cambiado y las danzas se españolizaron”. El Pukapakuris era una danza de campesinos, de indígenas, que pudo haberse perdido, pero prevalece.
“Recuperarlo ha sido un sentimiento de hombres de a pie y venimos aquí (al santuario) por nuestro Cristo campesino”, dijo entre lágrimas, al recordar a don Mariano Martínez, su hermano de juramento: ambos mezclaron sus sangres tras hacerse unos cortes en las muñecas.